Ante la insensatez de mis ojos
se estrecha el camino
a tal punto,
que he de recorrerlo de lado,
extendiendo mis brazos para lograr mantener un equilibrio
que me incomoda y confunde.
Encerrado en la oscuridad
con la que me invado,
mis razones corretean como sacrificados relámpagos,
cruzándome el alma de pecho a rabo.
Si, a veces creo ser el diablo.
Ni sus pensamientos, ni tus penas, ni mí obligado olvido.
Tiñen lo que representa
la descompensada lejanía del suspiro,
de la mirada, de lo dicho al oído
en aquellos días de
ilusión e ironía.
Vendedores de dulces sueños, de susurrados secretos,
de colores y esperanzas.
Trovadores de mar, cielo y tierra,
del buen cantar y ejemplo eterno.
De lo que soy y sueño.
Mis dedos, mi inquietud, alegría y miedos.
Dibujan con carbón negro lo que grita mi pecho
desgarrado de sentires que se hacen viento.
Soy, me siento, tal vez tan solo deseo.
Ser poeta en algún
recuerdo.
Antonio Fco Buitrago